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MARTES, 28 de enero de 2013
La familia AFECTIVA
MARTES, 28 de enero de 2013
La Afectividad
La afectividad sana en el seno
familiar es como una herramienta necesaria para el sano desarrollo de los hijos pertenece al sentimiento a la emoción; es la capacidad para vincularse
con el mundo y con uno mismo, para querer y darle valor a las cosas, para sentirse
afectado, para relacionarse nosotros.
La afectividad es un regalo de Dios, que recibimos desde la concepción, al
hijo por nacer le afectan los estados de ánimo de la madre y la relación que
ésta va teniendo con el niño que espera.
Familia.
La persona están hecha para amar, y sólo amando pueden ser felices,
los padres son encargados de ayudar a
sus hijos a desarrollar su capacidad de amar mediante una formación integral,
que involucre todas las facultades de la
persona y su dimensión social. A si mismo reciben la responsabilidad no sólo de nutrir y
satisfacer las necesidades materiales y culturales de sus hijos, sino, todo, el
deber y el derecho de ser los principales educadores de ellos enseñándolos a
vivir en la verdad y el amor. La familia deberá ser capaz de ofrecer una
atmósfera impregnada de amor, y
amar como el saberse amado. Esta
realidad les permite experimentar la seguridad que constituirá la base para su
formación afectiva.
En la familia es donde el niño podrá
seguir creciendo, por la gratuidad del amor en las relaciones, por la
tranquilidad de pertenencia, por la honestidad de los sentimientos y emociones,
por la necesidad de compartir efectos y por la diversidad de sus miembros
pertenecientes a un mismo tronco. De allí la importancia insustituible de una
familia unida por lazos de afecto permanente cultivados y acrecentados para el
rico desarrollo de la humanidad.
Todos necesitamos afecto porque siempre será necesario revisar lo recibido,
sanar las heridas que se hayan podido producir en el camino, aprender a amar de
manera personal y, para ello, vivir el proceso más lento o más rápido, que ha
de sacarnos del auto referencia, del egoísmo para descubrir al otro.
La capacidad de amar es
resultado del desarrollo afectivo que ha tenido el ser humano durante sus
primeros años de su vida, mediante un proceso continu o y secuencial que pasa
por la infancia, adolescencia y se posterga hasta la madurez y vejez.
El amor en la familia no es algo
que se tenga que dar porque si, este sentimiento es fundamental aprender amarse, a cuidarlo, así como proyectarlo a la
sociedad.
En el seno familiar, ese amor ve fluyendo para cultivar los valores del ser humano, enseñarlo
a pensar, a profundizar, a reflexionar, hacerle ver y sentir que el respeto es
el guardián del amor, así como la honradez, la generosidad, la responsabilidad,
el amor al trabajo, la gratitud, es ahí en donde la familia, invitan a ser creativos en el cultivo de la
inteligencia, la voluntad y el corazón, para poder contribuir y abrirnos a la
sociedad preparados e íntegro en todas sus potencialidades para que logren
alcanzar lo más cerca posible sus objetivos en la vida para que puede
ser felices.
Los humanos están hechos para
amar, y sólo amando nuestros hijos son felices, ayudarles, a desarrollar su capacidad de amar,
es importante porque el amor los involucra en todas las facultades y su dimensión social;
En la educación, los padres son principales
formadores para el amor y la vida. Al dar la vida, los padres reciben la
responsabilidad no sólo de nutrir y satisfacer las necesidades materiales y
culturales de sus hijos, sino, sobre todo, el deber y el derecho de ser los
principales educadores de sus hijos de llamarlo a vivir en la verdad y el amor.
Seguridad que constituirá la
base para su formación afectiva.